Una afirmación muy propia de este blog es considerar que la economía, lejos de ser un proceso dirigido, es el resultado caótico de la suma de decisiones de una gran mayoría de individuos. Que en España la crisis se manifieste con una especial crudeza tiene mucho que ver con una especial incultura económica de millones de españoles que, irracionalmente y contra toda experiencia, elevaron a dogma de fe la creencia de que una propiedad inmobiliaria no podía desvalorizarse (entre otras muchas supercherías, no siendo la menor el pensar que las pistas de padle del pueblo “las hizo” el alcalde).
¿Cuál fue la causa directa de la burbuja de los tulipanes? ¿De los que finalmente se enriquecieron o de un movimiento especulativo masivo fuera de control?
Junto con China, España es la “isla de la Tortuga” de la piratería en internet. Un cáncer que está terminando con sectores culturales enteros y que, de paso, dificulta el despegue de la cultura empresarial en red (que es lo realmente grave).
Baste comparar Analítica Web 2.0, de Avinash Kaushik, con la realidad española y uno se da cuenta de que cada año que pasa las economías on line se alejan tres años de la realidad TIC española. La culpa es de la gente, de los españoles. De sus irracionales dogmas del tipo “la descarga no es un robo”, “los pisos no bajan de precio”, “la tele es gratis”).
Naturalmente, esta cándida visión de la propiedad tiene un precio: la capacidad de generación de empleos de internet en España es mucho menor que en países de su contexto económico. Consecuentemente, el país se está preocupantemente alejando de las vanguardias al tiempo que internet destruye más empleos que los que crea…
Revertir a esta situación pide la adopción de restrictivas leyes que puedan interrumpir el tráfico de contenidos digitales robados. Hacerlo con eficacia en el sector de las telecomunicaciones supone habilitar una autoridad capacitada para proceder en 24 horas al sellado preventivo de direcciones IP en las que se observe tráfico ilegal de contenidos. Esta ley pasa ineludiblemente por la limitación al derecho a copia en los contenidos digitales, libertad que en aras de la utilidad social debe acotarse (como ocurre con tantas y tantas libertades en un mundo tan complejo como el nuestro, por poner un simil, piensen en la libertad de fumar).
Recientemente, mientras escribía estas líneas, aterrice en un intenso debate en FB sobre el particular. Intervinieron 12 perfiles, de los que 9 se posicionaban en favor de la descarga ilegal, dos en contra, y uno no lo tenía claro. Es una imagen fidedigna de cómo están las cosas en España.
Las razones contrarias a la implantación de leyes severas (como se ha hecho con éxito en tanto y tantos países) se podrían sintetizar en las siguientes posiciones:
Es imposible luchar contra la piratería. Ciertamente, la piratería no desaparecerá jamás. Sin embargo se puede combatir exitosamente la piratería masiva y doméstica (que es la realmente perjudicial), del mismo modo que se puede actuar contra fraude fiscal masivo o contra el espionaje industrial o contra el top manta. Es más. Se debe. Al no hacerlo se penaliza a la empresa legal y se incentiva a la ilegal, que es lo peor que puede pasar en una economía de mercado, que el ilegal sea más competitivo que el legal.
Argumentos de índole jurídica (derecho a la copia, etc..). Contra esto, simplemente recordar que toda superación de un conflicto comporta la reducción de libertades individuales.Matizar el derecho a copia no es un precio caro para sanear el mercado TIC en España.
Los contenidos digitales son especialmente caros e invitan a su descarga ilegal. Veamos un ejemplo paradigmático. Photoshop CS5 -posiblemente uno de los software más pirateados en España- cuesta en la tienda on line 1001 euros. Photoshop está concebido como un desarrollo profesional, pero se utiliza (o infrautiliza, tal vez mejor) especialmente en el entorno doméstico y juvenil.Para un uso doméstico es salvajemente caro, y esta visión "doméstica" contamina también a la profesional. Un fotógrafo semiprofesional, un diseñador, invierte cientos de euros en hardware sin pestañear para ejecutar en dicho hardware software pirata. El profesional (no digamos ya el aficionado) asume que el hard tiene un valor, pero se lo niega al software. El problema aquí es que se asigna valor cero al bien a consumir. La facilidad de descarga ilegal realimenta este estado de opinión.
Internet debe ser un "país" virtual no sujeto a las legalidad vigente. Nada de eso, todo debe estar sujeto al imperio de la legalidad vigente. Como dice Kant, la norma jurídica DEBE plantearse en términos de imperativo categórico... O algo es ilícito universalmente o no es ilícito.
Dejo para blogs de menor entidad intelectual que Vida Sexual de la IA el debate sobre el libre acceso a la cultura y zarandajas por el estilo.Tal vez deberíamos ahondar en los procesos de lucro a partir de la piratería en internet.
En general, tras los argumentos contra las restricciones late la autojustificación del usuario de material ilegal. En este sentido me parece adecuada la siguiente cita:
“La mente humana es plenamente capaz de bloquear y compartimentar la información contradictoria o inoportuna reprimiéndola a un plano inconsciente y mediante la racionalización (“es un truco, pero para su propio bien" o "es un truco pero funciona". (Marvin Harris, Antropología Cultural, Alianza).
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